Heredar una patente

Una patente es un derecho que el estado otorga al inventor de algo a cambio de que este lo brinde a la sociedad. Por este motivo, una patente se hace público a los dieciocho meses de su registro, dejando de ser secreta. La patente tiene una duración de veinte años durante los cuales se puede impedir que otra empresa o que otra persona exploten su invento. En el caso de las patentes de diseños el plazo es de veinticinco años y si hablamos de símbolos o signos distintivos estos pueden patentarse para siempre.

Son patentables aquellos inventos originales que no se encuentren ya en el mercado, así como medicamentos o incluso marcas.  No se podrían patentar seres vivos, sustancias preexistentes en la naturaleza, teorías científicas o matemáticas, tratamientos o técnicas quirúrgicas o inventos que provengan de la mezcla de otros inventos ya existentes, entre otros ejemplos.

Patentar algo lleva acarreadas unas tasas que en muchos casos hay que renovar anualmente.

¿Se pueden heredar las patentes?

Al igual que cualquier otro bien las patentes se pueden heredar. Esto es especialmente importante en el caso de aquellas patentes que estén dando beneficios y que todavía puedan darlos durante muchos años.

Del mismo modo que se heredan otros bienes, las patentes son parte del patrimonio de una persona y puede dejarse a un sucesor, siempre según las leyes de herencia de nuestro país. También pueden venderse o incluso pueden cederse en vida a otra persona, a una empresa o a una organización de cualquier tipo.

Por eso, si se desea que una patente sea para alguien en especial y no se tiene claro cómo hacerlo lo mejor es consultar con un despacho de abogados expertos, como abogadoamigo.com expertos en herencias.

Los abogados también pueden ayudar en aquellos casos en los que alguien fallece sin haber dejado testamento y se pueden presentar problemas para saber a quién le corresponde heredar una patente, ya que en muchos casos puede resultar difícil establecer el valor de este bien, especialmente si todavía está comenzando a explotarse y no se sabe si tendrá o no rendimientos.

Una patente sin explotar

Cuando se hereda una patente que lleva ya años en el mercado comercializándose es relativamente fácil valorarla en aquellos casos en los que hay que establecer un reparto equitativo de los bienes de un difunto.

Pero en el caso de patentes que todavía están comenzando a comercializarse o que no se han comercializado todavía, puede ser toda una lotería. Lo mismo, la persona que la hereda consigue tener mucho éxito y ganar mucho dinero como no logra hacerse un hueco en el mercado y acaba heredando papel mojado.

En algunos casos, la salida para la patente es su venta, asesorándose con algún experto en la materia que ayude a venderla a una empresa por un valor justo para que sea esta la que la explote. De este modo, el dinero obtenido se reparte entre los herederos. Es una de las maneras más sencillas de solucionar las cosas cuando no hay una empresa familiar que pueda explotar esa patente.

Aunque siempre existen soluciones, no siempre son sencillas y a veces se pueden abrir guerras entre familiares que pueden hacer que las relaciones se rompan para siempre. Por eso, lo más recomendable siempre es dejar todo bien atado y asesorarse a la hora de hacer testamento para que este no pueda impugnarse fácilmente.

De esta manera, la voluntad de la persona que fallece estará clara y no habrá peleas familiares totalmente innecesarias y que resultan siempre muy desagradables ya que, al final, todos acaban perdiendo al romperse vínculos.

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